La
semana pasada (si quieres ver el enlace pincha aquí) comenzamos una reflexión sobre
qué significa “tenerlo” cuando nos relacionamos con una persona con autismo,
siguiendo las ideas que Barry Prizant plantea en su libro “Uniquely Human” (si
quieres saber más pincha aquí). En la publicación de hoy vamos a abordar las
características de aquellas personas que lamentablemente no lo tienen, aunque estoy
seguro que esta publicación puede servirles para pensar a cerca de ello.
Personas
que “no lo tienen”
Para
Prizant de la misma forma que alguien que educa o un terapeuta que “lo tiene” puede
ejercer una diferencia positiva para el niño o la niña, encontrarse con una
persona que “no lo tiene”, sea terapeuta, vecino, maestra o farmacéutica, puede
convertirse en una desgracia. ¿Por qué se caracterizan?
*Tienen
una mentalidad de “Comprobación de déficits”: ven al niño o a la niña como el
conjunto de sus déficits, cuando es más valioso y sensible un enfoque
evolutivo, entendiendo las fortalezas y las necesidades como parte de su crecimiento
y evolución, a lo largo del tiempo y de las diferentes etapas. Cuando un
profesional meramente completa un lista sobre lo que el niño o niña con autismo
no puede hacer, está enfatizando una comparación con otros niños y niñas bajo
una medida estándar más que realizar una visión completa del niño o niña con
autismo que tiene frente a sí.
Para
Prizant, un error común cuando se informa de un diagnóstico es dar meramente la
“etiqueta diagnóstica” y no ir más allá. Es importante identificar las
fortalezas que tiene la persona con autismo. Para el autor, lo importante no es
dónde se encuentra el niño o la niña en este momento, sino cual es la
trayectoria de crecimiento que va mostrando a lo largo del tiempo. En otras
palabras, el progreso del niño o niña nos dirá cual era su potencial y no al
contrario. Nuestro trabajo será asegurarnos que cuenta con los apoyos
adecuados, incluyendo la gente adecuada. Para todas las personas, incluidas las
que tienen autismo, el desarrollo es un proceso a largo plazo.
*Ponen
más interés en la programación o plan que en el niño o niña. En este apartado,
Prizant pone un ejemplo de un niño al que se le obliga a ir al gimnasio
en la clase de Educación Física, a pesar de que es un lugar ansiógeno para él
por ser muy ruidoso y estar muy abarrotado. El autor, expresa que le cuesta
entender el propósito al que sirve el hecho de llevar a un niño a un lugar que a ciencia cierta se sabe que le causa ansiedad y temor. Se trata de un enfoque
de “control” sobre el niño.
*Se
centran en la reputación del alumno/a y no en su potencial. Cuando un niño o
niña se escolariza o cambia de terapeuta es lógico que los profesionales se
familiaricen con su historia de aprendizaje y desarrollo y las dificultades a
las que se ha enfrentado. El problema surge cuando se hacen suposiciones sobre
el presente basadas en el pasado y en algunos casos, inexactas respecto a la
persona.
Prizant,
cita a David Lutterman, uno de sus referentes, y nos indica que “las personas se
ajustan a las expectativas”. Normalmente los niños y niñas llegan con un
bagaje: una etiqueta, una historia respecto a su comportamiento, una
reputación… Mientras que conocer la historia de desarrollo puede ser de ayuda,
eso no debe ser un obstáculo para crear una relación nueva y positiva que
contribuya a potenciar el crecimiento y
desarrollo de la persona con autismo.
*Intentan
controlar más que apoyar: la esperanza cuando alguien educa o trabaja con una
persona con autismo es que esté bien formada, sea sensible con las necesidades
que pueda tener, le ofrezca la ayuda que necesita y mantenga la distancia
cuando sea necesario.
Para Prizant, aunque
muchos y muchas profesionales realizan adecuadamente su trabajo, en ocasiones
el problema surge por la falta de formación adecuada. Una parte importante de las personas adultas
que trabajan con alumnado con autismo tienen ideas equivocadas como por ejemplo
no respetar espacios y tiempos en la comunicación y
aproximarse en exceso a la persona con autismo aunque esta muestre ansiedad
social y dificultades sensoriales o fuerzan la planificación o agenda diaria,
diciendo al chico o chica con autismo lo que tiene que hacer, sin tener en
cuenta las señales que él o ella puede estar mostrando. Este enfoque termina
generando resistencia y ansiedad.
*Son
insensibles con las esperanzas de las familias: por la naturaleza de su
trabajo, el profesorado y otras personas que trabajan con personas con autismo
se relacionan con muchas familias a la vez. Pero es necesario tratar a cada
niño o niña y sus familias, como únicas e importantes. Ser sensible a sus
necesidades y esperanzas sirve para generar confianza, trabajar de forma
colaborativa y conseguir los mejores resultados.
Comentarios
Publicar un comentario